Marcelo Pedreira: En busca del ‘pan líquido’

Entrevistas

Cada uno conoce el mundo que hay detrás de una cerveza a su manera. Quien ha viajado, tal vez se encontró tomando una IPA o una Stout de una. Marcelo Pedreira, en cambio, se adentró en el mundo cervecero porque quería hacer ‘pan líquido’. El resto, no le importaba.

Marcelo es padre de Juan Martín, de seis años, y María Paz, de seis meses. Trabaja en la parte de sistemas de una empresa de cemento y, en su tiempo libre, corre y cocina. Y, desde 2013, también hace cerveza. “Me parece importante tener algún tipo de expresión artística más allá del trabajo de uno”, plantea Marcelo. Afirma que “fracasó con la música” y por eso hoy su arte principal es hacer pan.

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“Me gusta leer sobre pan, charlar, estudiar y hacer talleres cuando surge alguno”, cuenta Marcelo. Un día, leyendo sobre técnicas de amasado, se topó con una historia sobre cerveza en la que se la describía como “pan líquido”.

Así es como denominaban a la Doppelbock (la traducción sería ‘cerveza doble’) que elaboraban los monjes alemanes a lo largo del siglo XVIII. Es una bebida muy maltosa, muy energética que se tomaba “cuando hacían ayunos, porque no comían pero sí chupaban y era una forma de continuar alimentándose”, explica Marcelo, que actualmente elabora su propia Doppelbock.

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“¿Qué es esto del pan líquido?”, se preguntó Marcelo a raíz de esa lectura. Comenzó a investigar, ver videos en internet, pero “tenía cero idea”. No se acuerda dónde compró las maltas –“debo de haber llegado a alguna de las micro a través de internet”- pero le preguntaron qué estilo iba a hacer, y qué lúpulos y maltas precisaba. “Yo me imaginaba literalmente un pan líquido, quería cereal y levadura, no sabía que había variedades y cosas”, comenta entre risas.

La primera vez que hizo cerveza fue en la cocina de su casa, con la olla de fideos. Dejó unas manchas de mosto en la hornalla que nunca pudo sacar. El enfriado fue traumático:

“No le di mucha pelota a todas las indicaciones. Puse la olla hirviendo en la pileta con hielo, pero el hielo desapareció enseguida”. Marcelo describe el resultado de su primera cerveza como “sangre turbia”, con proteínas flotando. “Son muchas cosas para aprender, es como manejar”, explica el cervecero casero. Entender el proceso de cada cosa lleva su tiempo.

“Me quedé caliente después de esa primera vez y me dediqué a leer e investigar más”, comenta. Descubrió que un compañero de trabajo y un viejo colega corredor también hacían cerveza. “Hice mi primera olla de verdad, con un tanque de acero inoxidable, y arranqué a buscar mi estilo”.

Desde entonces, Marcelo elabora cerveza cada unos 25 días. Lleva registro exhaustivo de las 26 cocciones que ha realizado en menos de dos años. Desde su segunda cocción usa el mismo equipo, de 20 litros, aunque cambió algunas cosas como el enfriador contracorriente y fue agregando y mejorando otras.

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“Soy un poco rebelde, nunca me gusta seguir lo establecido y desde el principio busqué hacer estilos diferentes, con cosas que se encuentran por la vuelta”, comenta. Su preferida es la cerveza que hace con carqueja, ya la ha cocinado varias veces. La idea surgió a partir de una que probó con salvia hecha por su amigo corredor Jorge Pereira.

Su meta es tratar de extinguir el lúpulo, pues la carqueja se comporta igual: “te entrega amargor al principio y al final sabor y aroma”, explica. Pero afirma tener claro que es un camino “destinado al fracaso”, pues “por algo el lúpulo se ganó su lugar”. Es una flor que ayuda en la conservación de la cerveza, entre otros factores. “No vamos a inventar la pólvora”.

Marcelo también ha elaborado cerveza con boniato, con zapallo, con remolacha y actualmente está haciendo una prueba con arazá, un fruto silvestre (se lo dio Laura Rosano, una representante del Slow Food en Uruguay y dueña de la chacra Ibirapitá). Está en la etapa de madurado pero él ya está seguro que no le convence. “Está bueno fracasar de vez en cuando, sino no tiene gracia”, comenta mientras da un sorbo.

De una se acercó al Club de los Cerveceros Caseros de Uruguay. Los descubrió a través de internet y se preguntó: “¿Y estos monos quiénes son?”. Lo ve como una forma de socializar con personas con el mismo interés que vos, y una fuente importante de información.

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La esposa de Marcelo, Miriam, es de Tacuarembó. Un día fueron al bar de Cabesas Bier y –con sorpresa- descubrieron que la cerveza especial de esa temporada era de carqueja. “Me quedé charlando con Guido (Arezo, uno de los fundadores de Cabesas Bier), ese fue el día que lo conocí, e intercambiamos nuestras cervezas. Resulta que le gustó más mi receta”, comenta Marcelo.

Guido le comentó que desde hace tiempo querían hacer una cerveza con zapallo, y le ofreció a Marcelo y su amigo Jorge para que la cocinaran en conjunto con Cabesas, en la fábrica de Tacuarembó. El arreglo era que ellos ponían los equipos y los insumos, Marcelo la receta y se llevaba de regreso a Montevideo un bidón de 20 litros para hacer una prueba con membrillo.

La actual Cabutiña de Cabesas Bier nació aquel día, de la mano de dos cerveceros caseros en conjunto con los fundadores de la cervecería artesanal en Tacuarembó. Marcelo comenta que luego de esa primera experiencia la receta se modificó bastante hasta la que se vende hoy: “Ellos tienen una mentalidad comercial, son muy prolijos y entienden que no se pueden elaborar cosas muy extremas”.

Marcelo cocina en la terraza de su apartamento en Parque Posadas, pero guarda todos los equipos en el escritorio, del que se fue apoderando y desplazando a su esposa. Allí también tiene una pequeña heladera que sirve para la fermentación, para la maduración y también para almacenar un keg. “También tengo la cámara de frío de un vecino que hace quesos, pero es muy particular porque solo puede estar entre 10 y 12 grados”.

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Con ánimo de seguir innovando, una vez intentó hacer una cerveza de quinoa como cereal principal, en lugar de usar cebada. Compró semillas de quinoa, puso una parte a germinar (maltear) y otra a tostar, para lograr una especie de “quinoa caramelo”. “Maceró durante horas y la prueba de yodo seguía dando azul”, cuenta Marcelo. No quería desperdiciar la levadura y por eso la hizo con levadura de pan. “Finalmente fermentó, pero no quedó buena. La base tiene que ser cebada, no hay vuelta”.

“Al principio solo me importaba experimentar con sabores”. Marcelo explica que nunca le interesó lo reglamentario, pero eso cambió cuando apareció el Concurso Nacional de Cerveceros Caseros en 2014. “En ese momento hice un clic, comencé a entender el por qué de los estilos. Ahí es donde está toda la información, hay un montón de parámetro para estudiar. Empezás a entender cuáles maltas hay que usar para lograr determinado perfil, y todo así”. En manejar los estilos está la técnica del cervecero, porque es allí que uno realmente sabe lo que está haciendo, reflexiona Marcelo.

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“No digo que lo que yo hago sea experimental, porque hoy en día en el mundo del home-brewer ya se ha probado de todo”, y comenta que en Wikipedia leyó sobre una cerveza de pollo. Marcelo sueña con vender cerveza algún día, junto a las cosas que cocina. Pero plantea que no tiene cabeza comercial. “Siempre fui empleado y estoy cómodo así”, afirma con una sonrisa.

 

Volvimos a la cancha tras algunos meses complicados de quietud. Espero les haya gustado la entrevista. ¿Qué otro tipo de contenido les gustaría encontrar en el blog?

Ceci

*Todas las imágenes son nuestras excepto cuando está especificado el crédito. 

La Font del Diable: cervecería de uruguayos radicados en Barcelona

Como lo hacen los genios, Entrevistas

Adriana y Pepe son uruguayos, pero desde hace 11 años se encuentran radicados en un pueblito cercano a Barcelona.

En 2006 comenzaron a elaborar cervezas caseras y hoy en día son dueños de La Font del Diable, una micro cervecería que se preocupa por ofrecer productos variados y de buena calidad.

En esta pequeña entrevista conocemos un poco más a la pareja, su pasión cervecera y su labor actual en tierras españolas.

 

¿A qué se dedican hoy en día?

Vivimos en Vilanova i la Geltrú, un pueblo de la provincia de Barcelona. Equidista a 40 kilómetros de Barcelona y Tarragona capital. Hace 11 años que dejamos Uruguay.

Nos dedicamos 100% a la Cerveza Artesanal: fabricamos, distribuimos y realizamos todo lo relacionado con la venta de nuestra cerveza, La Font del Diable – Cervesa Artesana.

Pepe también es el encargado de un club de cerveceros: de la barra, compra y selección, cursos, catas, visitas y las demás actividades que allí se realizan.

A toda esta actividad hay que sumarle que somos papás de dos hijos: Nacho, de dos años, e Inés, de 9 meses. Ellos requieren de una gran dedicación.

 

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¿Cuándo fue que comenzaron a elaborar cerveza y por qué decidieron empezar?

En 2006 comenzamos a elaborar cerveza casera porque siempre nos gustó beberla. La verdad es que cuando bebes algo que está bueno, rápidamente te das cuenta.

 

¿Cómo fue esa primera vez? ¿Qué tipo de cerveza hicieron?

La primera cerveza que elaboramos fue una Pale Ale, con un kit de iniciación. Nos quedó bastante bien, para lo caótico que puede llegar a ser algunas veces hoy en día.

 

¿En algún momento las comercializaron en Uruguay?

Nunca comercializamos en Uruguay, ni siquiera llegamos a fabricar.

 

¿Conocían a otras personas que también estaban haciendo cerveza?

Conocíamos a algunas personas que tenían interés en la cerveza y a grandes bebedores e inspiradores de muchas cervezas que hoy en día están en nuestro catálogo.

 

¿Cómo fue el crecimiento que han hecho hasta llegar a lo que hacen hoy?

Fue un proceso muy rápido. La cerveza artesana ha evolucionado a grandes velocidades y con mucho nivel. Hay que trabajar cada día más y mejor, para evolucionar y servir productos de calidad.

Desde que comenzamos, hemos crecido mucho en experiencia pero no en cantidad.

Sí nos ha permitido realizar cervezas que siempre quisimos hacer para el gran público, pero aún queda mucho camino por delante.

 

¿Cómo es la movida cervecera en Barcelona?

Hay mucha movida, cada día más. Es una revolución que no tiene vuelta atrás.

Muchos bares con buena cerveza, muchos bares especializados, cursos, catas, monográficos, festivales y todo lo que se te ocurra.

Desde el 2005, más o menos, hasta la fecha, el movimiento se multiplico por n.

 

¿Cómo es la reacción de las personas hacia su cerveza hoy en día?

Si les gusta, ponen buena cara; si no les gusta, no. Pero hoy en día la gente sabe lo que bebe y eso es de gran ayuda para los que queremos hacer las cosas bien. No sirve cualquier cerveza en cualquier condición, solo sirve lo que está bueno.

 

¿Cuántos estilos de cerveza realizan actualmente?

Tenemos tres cervezas fijas: Inipi (Pale Ale), Candela Strong (Amber Ale) y Febre Groga (English IPA).

También hay varias estacionales: Morning Glory (NZ Pale Ale), James (English Brown Ale), Urtica (Slovenijan IPA), Set de Drach (Summer Ale), Fr’Hop (Golden Ale 100% Fesh Hop), High Alpha (ESB).

Por otra parte, hacemos algunas en colaboración con otras cervecerías: Tres Tristes Tigres (American IPA), Sauvin Pale (Pale Ale) y Nikolae Sako (Ordinary Bitter).

También trabajamos sobre prototipos que esperamos salgan a luz. Una Rye, una Stout, una Fruit Saison.

 

¿Cuál es el tipo de cerveza que les resulta más sencillo elaborar? ¿Y el más complejo?

No tenemos una cerveza que sea más sencilla, todas nos resultan accesibles. Todas las que elaboramos son con maceración por infusión simple, pues nuestros estilos prefieren este tipo de técnica.

 

¿Cuál es su estilo de cerveza preferido?

Cualquiera que este bien hecha. Pero tenemos una debilidad particular por una Bitter servida en Hand Pump o una Lambic en cualquiera de sus variantes.

 

¿Cómo surgió el club de cerveceros que tienen y cómo funciona?

Pepe realizaba cursos y catas en diferentes restaurants, clubes o locales sociales de Vilanova. Fue así que conoció a Oscar y Silvia, que se sumaron a él y fundaron Singlot.

Funciona en un local pequeño y céntrico. La persona que tiene interés se puede hacer socia del club y tiene derecho a varios beneficios: consumo de cervezas, descuentos en actividades, plaza en otras, asesoramiento sobre compra o fabricación, entre otros. Solo se habla de cerveza, ¡y eso es bueno!

Tenemos 3 cervezas de barril rotativas y unas 200 referencias en botella, muchas de ellas también rotan. La compra y selección la realiza Pepe, pero son los socios quiénes marcan el camino sobre estilos, fábrica, precios, etc. Es un buen lugar para beber cervezas frescas, de proximidad, y también algunas de fuera.

Se realizan múltiples actividades durante el año, siempre fomentando la cultura de la cerveza artesana. Presentaciones, charlas, visitas a fábricas. También se organizan dos festivales durante el año, que son el punto culminante de cada temporada y de todo el esfuerzo que realizamos. El Fes-t’hi – Festival d’hivern de Cervesa Artesana y el Fes-t’hiu – Festival d’estiu de Cervesa Artesana de barril, ambos en Vilanova.

En el Fes-t’hi trabajamos sobre la idea de un festival de Invierno, donde las cervezas tengan que ver con el clima típico de esa estación. Hay más de 20 cervecerías invitadas y hay bastantes actividades paralelas, en un local cerrado.

El de Verano, que solo se sirve cerveza de barril, se realiza en una plaza céntrica de 19 a 02 horas. Se seleccionan las 10 cervecerías participantes según cuáles son las que más cerveza de barril sirvieron durante el año en Singlot.

Los dos son una gran fiesta. Acá pueden ver un par de videos para hacerse una idea de cómo son los festivales:


Muchas gracias a Pepe y Adriana por compartir su historia con nosotros. Espero hayan disfrutado de la entrevista tanto como a nosotros nos gustó hacerla. ¿Qué otra cosa les hubiese gustado preguntarles?

Para conocer más a Pepe, les dejo una entrevista que le hicieron desde Benzina TV:

Ceci

«La cerveza artesanal es un camino de ida»

Entrevistas

Entrevista con Gonzalo Torres y Macarena Pérez, dueños de Montevideo Brew House

Montevideo Brew House abrió por primera vez el 26 de octubre de 2013 en Libertad 2592 y Viejo Pancho. Entró al mercado uruguayo como uno de los únicos sitios en el país que solo ofrece cervezas artesanales y ninguna comercial. Gonzalo Torres y su mujer Macarena Pérez, dos de los dueños del local, nos contaron sobre la propuesta del restaurant y acerca de su interés en el incipiente mundo de la cerveza artesanal en Uruguay.

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Luego de terminar su formación en enología, Gonzalo viajó cuatro meses a California a realizar una pasantía en el mundo del vino. Corría el año 2007 y muy poco se sabía en Uruguay acerca de otras cervezas que no fueran las industriales. “Estando allá me di cuenta de que el universo de la cerveza artesanal es enorme. Y me sentí engañado. ¿Cómo no me había enterado antes?”, comenta. Comenzó a recorrer Brew Pubs, intentando probar la mayor cantidad de cervezas posibles: “Siempre trataba de pedir cerveza tirada y no de botella, aunque francamente no sabía mucho del tema”, explica.

Antes de regresar se compró un libro: Cómo hacer cerveza de John Palmer. Luego le contaron que esa es la biblia del cervecero casero. “Cuando llegué a Uruguay empecé a ojearlo, pero lo que realmente me partió la cabeza fue el programa Brew Masters de Dogfish Head”. Gonzalo sintió que el mundo del vino era demasiado estructurado para él y estaba buscando un cambio.

“Yo ya hacía vino en casa, pero decidí pasarme a la cerveza”, afirma. Buscando insumos fue que dio a parar con Davok y el vínculo con esa cervecería continúa hasta la actualidad. Macarena comenta que sus primeras cervezas se las dieron a probar a amigos que trabajan para Pilsen y Patricia. “Ellos nos dieron consejos, pero seguíamos sin conseguir el resultado deseado: tenía un sabor metálico y el lúpulo quedaba mal”, explica ella.

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En una de las idas a Davok a comprar insumos, la pareja se enteró de las catas guiadas que se realizaban en la cervecería. “Fue la primera vez que probé la Oatmeal Stout, maridada con un postre de chocolate, y me partió la cabeza”, recuerda Macarena. “Fue un descubrimiento increíble, la primera vez que una bebida me emocionó”. Luego de esa experiencia, Gonzalo hizo el curso de elaboración de cerveza con Alejandro Baldenegro, el maestro cervecero de Davok que hoy es uno de los socios de Montevideo Brew House.

Un día, uno de los socios de Davok decidió dejar la empresa; y llamaron a Gonzalo para ver si quería comprar parte de la cervecería. “Luego de varios asados de por medio, decidimos que no”, explica él. “Pero Alejandro me comentó sobre otro proyecto y, sin sacar ninguna cuenta, le dije que estaba adentro”, agrega con una sonrisa. Ese emprendimiento se convirtió en Montevideo Brew House. Los socios son cuatro: Gonzalo, Macarena, Alejandro y Gastón Rivoir, también de Davok.

“Me parece que hay una gran revolución que está ocurriendo a nivel global. A mí me encanta y sobre todo, me parece muy cool. Estoy muy de acuerdo con la filosofía que plantea la cerveza artesanal: el vínculo con la comunidad, darle importancia a las materias primas locales y naturales, etc”. Macarena agrega que, a diferencia de otros rubros, el mundo de los cerveceros es bastante ameno. No se ve al resto de los que elaboran como competencia, sino que reina la colaboración y el intercambio. “Como la cervecería aún tiene mucho para crecer, la gente se da cuenta de que si le va bien a uno, nos va bien a todos. La revolución la hacemos todos juntos”.

Montevideo Brew House abrió con seis cervezas de la casa, una que represente a cada uno de los seis países cerveceros por excelencia: Inglaterra, Escocia, Irlanda, Bélgica, Alemania y Estados Unidos (pueden ver el menú completo aquí). “Al mismo tiempo, teníamos que elegir bien para que hubiese distintos tipos: una suave, una dulce, una negra, una IPA”, agrega Gonzalo.

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Una vez que se dieron cuenta que hay suficiente público que prefiere las cervezas fuertes, decidieron lanzar una nueva línea. Aparecieron la Imperial IPA y la Imperial Stout que, según los dueños de MBH, funcionan muy bien. “En un futuro tal vez lancemos alguna más, tenemos ganas de seguir desarrollando esa línea”, comenta Gonzalo.

También venden las cervezas de Davok. “Cuando armamos el boliche, pusimos 15 canillas pensando que era una barbaridad. Al poco tiempo nos quedamos sin espacio”. Cuando hay algún bache especial, también lo llevan para vender. Macarena recuerda una Smoked IPA y una con kiwi, por ejemplo. Gonzalo comenta que pronto traerán otras cervezas en botella para vender en Montevideo Brew House: Volcánica, de Las Toscas, Cabesas, de Tacuarembó y Stolz, de San José.

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Todas las cervezas de Montevideo Brew House son elaboradas en la fábrica de Davok, en Aquiles Lanza 1131. “En un principio, pensábamos armar mitad cocina y mitad cervecería en el local mismo”, explica Gonzalo, “pero no teníamos ni idea de lo que era tener un restraurant ni una cervecería”. Afirma entre risas que sus planes fueron “optimistas e irreales”. También se solaparon con la estructura de importación insumos de Davok: maltas de Alemania, lúpulos de EEUU, Alemania y alguno de República Checa. La malta base la compran de Maltería Oriental aunque Gonzalo explica que para algunos tipos no utilizan esa sino una de las que se usan para elaborar Pale Ale americana.

El plan inicial era que la cocina fuera más pequeña. “Queríamos servir alguna cosita nomás, para acompañar la cerveza”, plantea Macarena. Pero cuando conocieron a Santiago, quien fue chef durante un tiempo y ahora es el encargado de personal, él propuso ofrecer una carta gastronómica que tuviera la misma calidad que las cervezas. Gonzalo dice que quedó convencido desde el primer momento en que lo escuchó. “Me gusta esa cosa de los brew pubs que iba en California donde promueven lo artesanal no solo en las cervezas sino también en la comida e incluso en los refrescos”.

“Terminamos armando un boliche gourmet-cervecero bastante más pretencioso de lo que teníamos planificado en un principio, pero me gusta. Me di cuenta de que hay mucha gente que lo valora”, reflexiona Gonzalo. Cuando contrataron al equipo para trabajar en Montevideo Brew House, ninguno conocía el mundo de la cerveza artesanal. “Hicimos una especie de inducción al mundo.”, explica Gonzalo, “Durante dos días nos juntamos a tomar diferentes cervezas y comentarlas, distinguirlas unas de otras”. Pero es una formación que se mantiene constante. Si un día alguien ve una cerveza nueva, diferente o se va de viaje, trae para compartir y probar.

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Le pregunto a la pareja sobre el público que frecuenta Montevideo Brew House y Gonzalo sonríe: “tengo a la fauna bien estudiada”, afirma; y explica que él divide a sus clientes en tres tipos diferentes.

El primero es el extranjero, que “conoce el concepto, lo entiende y lo valora”. Macarena comenta que hay muchos turistas que vienen con un itinerario marcado y que ya conocen el local por Google antes de ir. “Es un público fácil y automático”. Pero no son solo turistas, también hay un gran grupo de personas radicadas en Uruguay.

El segundo tipo de público es el cervecero. Los que hacen cerveza en sus casas, o los que vivieron en el exterior y se acostumbró a la cerveza artesanal. “Por lo general tienen la avidez y las ganas de probar todo lo nuevo que aparezca”, comenta Gonzalo.

Pero también existe un tercer tipo de público, que se compone de personas comunes y corrientes. Gente que llegó por casualidad, porque lo leyó en algún lado o porque lo invitó un amigo. Lo primero que preguntan es si “hay cerveza normal”. Y cuando prueban alguna de las que ofrece MBH, quedan desconcertados: “algunos se enganchan y otros no”. Gonzalo sostiene que el público cervecero en Uruguay crece de forma muy lenta.

“Todo lo que sé sobre cerveza, lo aprendí probando, leyendo y mirando videos en internet”, explica Gonzalo. Para él fue más sencillo que para quiénes comienzan de cero, los procesos de elaboración de vino y cerveza, aunque son bien distintos, tienen ciertos puntos en común. Trabajar codo a codo con Alejandro Baldenegro, expresa, le ha servido mucho para seguir aprendiendo y crecer. “Es un ‘mostro’. A él lo mueve la pasión”.

Según Macarena, la mejor forma de mejorar su producto es medirse constantemente con otras cervezas. No solo hay que basarse en los libros, sino que hay que probar lo que realmente existe. “Y volver a probar las nuestras, porque siempre pueden quedar distintas”, agrega.

“La cerveza artesanal es un camino de ida. Una vez que te acostumbrás, no podés volver atrás”, sostiene Macarena. “Comenzás a distinguir enseguida una cerveza de buena calidad de una de mala”. Todo cervecero artesanal comenzó como casero. Gonzalo comenta el fuerte vínculo que se genera entre los cerveceros caseros y los artesanales: “de ellos se aprende mucho también”. Por lo general son clientes recurrentes del local, y van de visita llevando sus propias cervezas, pidiendo opinión. “Y hay muchas cosas que te sorprenden, que están muy buenas y que nos sirven a nosotros para empezar a experimentar”.

“A mí la experiencia de tener el boliche me gusta mucho y la disfruto día a día, aunque tal vez como negocio no sea lo mejor”, expresa Gonzalo con una sonrisa. Macarena asiente, y plantea que un año después de abrir, siguen aprendiendo. “Al principio le erramos a muchas cosas”, reconoce ella. Por ejemplo, cuenta que ninguno de ellos tenía ni la menor idea de lo que era tener un restaurant.

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Aunque no todos los meses las cuentas cierran, ellos siguen con el sueño de crecer. Gonzalo se ilusiona cuando habla de un local más grande, donde haya espacio para elaborar las cervezas allí mismo y no en la fábrica de Davok, como lo hacen en la actualidad. “Me gustaría que tuviese una estética más fabril, que sea una fábrica de cerveza donde te sirven comida y no un restaurant donde hacen cerveza”. Es uno de los pocos sitios de Uruguay donde no venden cervezas comerciales. “No nos quisimos casar con ningún sponsor grande, queríamos ser independientes, pero eso significa que la vamos a tener que remar nosotros solos”.

Espero que hayan disfrutado de la entrevista. ¿Hay alguna otra pregunta que les hubiese gustado hacerles?

Ceci (y Maxi)

P.S.: Sigan la sugerencia de Gonzalo y miren la web de Russian River Brewing Company, una de sus mayores inspiraciones cerveceras.